Siempre me han gustado los misterios y similares: fantasmas, apariciones, etc. De joven escuchábamos un programa que se llamaba “Espacio en Blanco” de las noches del fin de semana y lo comentábamos los lunes todos juntos.
En COU un compañero regaló a mi novia entonces (hoy mi mujer) un libro: el Necronomicón. Me resultó curioso, sobre todo por la historia que lleva detrás ese libro.
La primera vez que se citó ese libro fue en el siglo XX, en concreto en 1922, en una novela que se llamaba “El sabueso”. En él se explicaba que es un libro que conoce los misterios de la muerte, la magia negra y similares, y escrito por un monje árabe loco llamado, un tal Abdul Alhazred.
Pues el libro fue citado posteriormente en otras novelas. Según parece era un libro compuesto por 4 libros, y hablaba de todas las ciencias ocultas en los casi 100 capítulos que contenía.
Sugerente, ¿verdad? Pero lo más curioso de este libro, ya de por sí interesante, era… que nunca existió. Fue inventado por H.P. Lovecraft, un genio de la literatura de terror y fantástica y auténtico continuador de Edgar Allan Poe. Fue tal el éxito que Lovecraft siguió escribiendo toda su vida sobre el Necronomicón e incluso después de su muerte se publicó “Una historia del Necronomicón” en la que daba detalles sobre su contenido y situación.
Pero no es este el único libro famoso que no existe. La Historia está llena de libros así. Supongo que todos recordaréis la novela/película de El nombre de la Rosa, en la que se encontraba un libro perdido: el segundo libro de la poética de Aristóteles, dedicado a la comedia. Este libro ha sido citado por el propio Aristóteles en otras obras y existen algunas traducciones (la más antigua que se conoce es de la Edad Media), pero en realidad no existe copia alguna.
Otro libro conocido que nunca existió es el original de “La princesa prometida”. Goldman lo escribió en 1973 como una versión abreviada de una novela de un tal S. Morgenstern. Realmente esta primera versión fue una invención de Goldman, pero causó tanto furor que se atrevió, al estilo Lovecraft a escribir una novela posterior con el sobrenombre de Morgenstern en relación a la misma temática.
Hay otros muchos casos similares, pero también tenemos la muestra contraria: libros fantasmas que finalmente aparecen. Uno de ellos es el libro de Enoc. Fue citado en la propia epístola de Judas, del Nuevo Testamento, y, perdido durante más de mil años en occidente, se consideraba una leyenda, hasta que a finales del siglo XVIII, un viajero inglés, James Bruce trajo tres copias del libro desde Abisinia. Posteriormente fue hallado dentro de los pergaminos del Mar Muerto certificando su autenticidad. Aunque nunca se incluyó en la Biblia cristiana de occidente, sí forma parte de la Biblia copta, como un libro intertestamental que no pertenece ni al Antiguo Testamento ni al Nuevo.
En cualquier caso no dejan de ser libros difíciles de leer… simplemente porque no están.